Formas Verbales
En esencia, la oración gramatical consta de dos elementos fundamentales: sujeto y predicado. Al sujeto se le atribuye la realización de la acción expresada por el verbo. Predicado es lo que se afirma del verbo. Por tanto, como el verbo es la parte de la oración que expresa actividad, pasión o estado, resulta que eso la convierte en predicado integral y, en consecuencia, elemento imprescindible en toda oración.
En las formas verbales hay dos partes claramente definidas: radical y terminación o desinencia. Radical es la parte fija: la raíz del vocablo que, por lo tanto, se repite en todas las formas. La desinencia o terminación es la parte variable encargada de caracterizar cada una de las distintas formas. Las desinencias son iguales en los verbos pertenecientes a un mismo tipo regular. Los tipos regulares son tres y responden a los modelos am-ar, tem-er y part-ir.
LA IRREGULARIDAD VERBAL
Los verbos irregulares son los que alteran su radical o desinencia en forma distinta a la conjugación regular correspondiente, pero no se consideran irregulares los que cambian alguna letra por cuestión ortográfica para conservar el sonido: tocar, toqué; vencer, venza; delinquir, delinca. Tampoco es irregular cambiar la i por la y al encontrarse esta letra entre vocales {creyó, en vez de «creió»). Y existe, así mismo, el caso especial de diptongación que representa el verbo errar: al diptongar en ie queda la i en posición inicial, por lo que se escribe y: yerro, yerres.
Las irregularidades de los verbos no se dan obligatoriamente en todas las formas. Las que aparecen en los tiempos fundamentales (indicativo presente, pretérito indefinido y futuro imperfecto) pasan a sus respectivos tiempos derivados. O sea, que las del presente de indicativo se encontrarán también en el presente de subjuntivo; las del futuro imperfecto de indicativo en el potencial simple, etcétera.
Las irregularidades que se dan con más frecuencia son:
1) Diptongación. Conversión de la e y la o de la radical, cuando sobre ellas recae el acento, en los diptongos ie, ue, respectivamente.
2) Debilitación vocálica. Conversión de la e y la o de la radical en i, u, respectivamente. Se da cuando sobre las primeras recae el acento o la desinencia empieza por a, o tienen diptongo.
3) Aumento de consonantes. En este caso añaden z los verbos terminados en -acer (menos hacer y sus compuestos), -ecer, -ocer y -ucir. Otros añaden g ante las vocales o, a de las desinencias de los. verbos asir, poner, salir, valer, venir, tener. Los verbos caer, oír y traer admiten i antes de la g añadida. Y otros añaden y después de la u radical y antes de a, e, o de las desinencias de los verbos terminados en uir.
4) Cambio de consonantes. Conversión de c en g. Sustituyen b por p.
5) Pretérito fuerte. Los acabados en -ucir y otros verbos como caber, haber, poder, querer, saber, etc., tienen acentuación llana en la primera persona en singular del indefinido (cupe, hube, pude, quise, supe) y de esta forma derivan las restantes de los demás tiempos del grupo del indefinido.
6) Futuro sincopado. Pierden la e del inifinitivo radical (caber, cabré; haber, habré), la sílaba ce (hacer, haré) y las letras ec (decir, diré). Sustituyen la e o la i del infinitivo radical por una d en los tiempos del grupo de futuro: poner, pondré; venir, vendré’, salir, saldré.
7) Participios irregulares. En vez de en -ado o -ido, terminan en -cho (hecho), -to (muerto), -so (impreso). Hay verbos, incluso, que poseen dos principios, el regular y el irregular: freír, freído y frito.
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